sábado, 7 de enero de 2012

El Niño de Atocha: Las increibles y maravillosas aventuras de un niño peregrino (cuarta parte)

Cuando los españoles llegaron al Nuevo Mundo, trajeron consigo las devociones de sus tierras nativas. Aquellos que provenían de Madrid naturalmente trajeron su devoción a la Virgen de Atocha.
A finales del siglo XVII Plateros era una pequeña aldea cercana a las minas de Fresnillo en el estado de Zacatecas; ahí se construyó una iglesia en honor al Santo Cristo de los Plateros y se colocó en un altar del costado una hermosa talla española de la imagen de Nuestra Señora de Atocha y su divino Niño que fue regalada, según dice la tradición, por el marqués de San Miguel de Aguayo, propietario de las minas de Plateros.
En la estatua original de Nuestra Señora de Atocha en el santuario de Fresnillo ella sostenía al Santo Niño con su brazo izquierdo. El Niño era desmontable y en algún momento, durante los ires y venires del siguiente siglo esa figurita original se perdió; entonces se tuvo que tallar un remplazo a medida. 
El nuevo Niño (muy seguramente obra de algún artesano local) resultó ser diferente al anterior, pues ahora tenía rasgos y caracteristicas más autóctonas, más mexicanas. Ya no se parecía al pequeño peregrino compostelano español de 7 u 8 años que aparece en las “estampitas” o “novenarios” que circulan desde el siglo XIX; ahora el Santo Niño de Atocha de Plateros (también conocido  popularmente como el Santo Niño de Plateros) aparece representado como un bebé -aunque vestido como un niño mayor- de rasgos indígenas, con una peluca de cabello humano y manecitas un tanto grandes y toscas.
Sacado de los brazos de su madre la Santa Virgen de Atocha, se le ha sentado en una pequeña sillita para ser venerado por separado y se le ha vestido con diferentes atuendos para destacar las festividades estacionales del calendario litúrgico. Curiosamente, se tiene el dato de que en un inventario de 1816, se describe a la pequeña imagen del Santo Niño usando un vestido púrpura y sosteniendo un pequeño globo de plata y un cetro.  ¿Alguna reminiscencia tal vez del Santo Niño de Praga? (Bueno que importa, al fin y al cabo todas las advocaciones representas al Unico y Verdadero Hijo de Dios nacido de la Virgen María.)
Pero finalmente el Niño de Atocha de Zacatecas ha conservado los detalles emblemáticos de su origen de peregrino: el sombrerito, la canasta y el báculo de viajero con su correspondiente guaje o calabazo para el agua. Y por cierto que estos objetos son muy facilmente identificables con los usados por los campesinos mexicanos, aun cuando los vestiditos del niño han sido siempre dignos de un pequeño príncipe.

A fines de la época colonial, la devoción al Santo Niño creció y eclipsó a la devoción a Nuestra Señora de Atocha y también a la del Señor (Santo Cristo) de los Plateros. En 1838, un nuevo inventario mostró que la pequeña imagen había sido trasladada a un nicho en el altar principal, a los pies del hermoso Cristo de los Plateros.
Hay que decir que aunque se le representa sentado, este divino pequeñito nunca ha dejado de ser un peregrino que anda por todo el mundo brindando ayuda y consuelo a quienes lo necesitan y lo invocan con fé y amor, es por eso que es venerado también en Santa Fé, Nuevo México (Estados Unidos de America), en Perú en la región del Cuzco y en Filipinas, donde se le conoce con el sobrenombre de “Palaboy” o “Wanderer” que precisamente quiere decir “peregrino” en inglés.
De Medio Oriente a España, de España a México, de México a Norteamérica, Perú, Filipinas... ¿será por eso que este pequeño peregrino incansable frecuentemente tiene sus huarachitos manchados del lodo de todos los caminos?  Ya para terminar queremos darles un consejito a quienes quieran acercarse al Santo Niño de Atocha para solicitar un favor, una merced o un milagro: 
Aunque el Santo Niño es el trabajador milagroso, la devoción originalmente fue Mariana. Entonces como es apropiado, antes de que se le pida a un niño hacer algo, la persona que pide debe solicitar en primer lugar permiso a la madre de la criaturita. De este modo, los rezos y las novenas para el Santo Niño de Atocha de Plateros comienzan con un rezo a la Santa Virgen María, Nuestra Señora de Atocha.

No hay comentarios: